I. - Introducción
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En la decada de 1950, el pediatra americano Carleton
Gajdusek estudiaba en Nueva Guinea una enfermedad fatal del sistema
nervioso que se conoce con el nombre de kuru (``escalofrio''). El
kuru afecta de modo epidémico a la tribu de los Fore. Gajdusek observó que
el kuru no se corresponde con ningún modelo genético conocido, y apuntó al
canabalismo ritual practicado por los Fore como causa de trasmisión de la
enfermedad. En 1959 el veterinario americano W.J. Hadlow puso de
manifiesto las similitudes clínicas y neuropatológicas existentes entre el
kuru y el scrapie (``tembladera'') de los carneros. Algun tiempo
después, Gajdusek puso de manifiesto que el kuru tiene características
comunes con la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob (CJD), una curiosa
demencia presenil descrita a principios del siglo XX.
Desde
finales de los años 60 diversas enfermedades han sido agrupadas bajo la
denominación de Encefalopatías Subagudas Espongiformes
Transmisibles (ESET). Esta expresión hace referencia a la evolución
lenta e irreversible de los síntomas que conducen a la muerte, a las
lesiones del sistema nervioso que las caracterizan (espongiosis) y a la
posibilidad de transmisión.
A finales de los años 60 dos
investigadores sugieren, de forma independiente, la posibilidad de la
existencia de un agente infeccioso carente de ácidos nucleicos, capaz de
causar y transmitir enfermedades. En 1982, Standley Prusiner
descubrió y aisló las partículas proteicas infecciosas y les asignó el
nombre de PRIONES. Prusiner sugirió que una colección de
enfermedades cerebrales, algunas genéticas, algunas infecciosas y otras
esporádicas, son todas ellas el resultado de un proceso común. En 1983 se
identificó la proteína de los priones, y se la denominó PrP (``Prion
Protein'').
A mediados de los años 80 se observó que,
sorprendentemente, PrP es una proteína del hospedador. Poco después se
descubrió la existencia de dos proteínas PrP distintas, una de ellas
causante de las ESET. La comprobación de que ambas proteínas poseen igual
secuencia pero distinta conformacion tridimensional causó gran
desconcierto entre la comunidad científica. Además, las PrP anormales
parecen capaces de inducir el replegamiento de las PrP normales existentes
en los organismos sanos. Ambos resultados están en clara contradicción con
el Dogma Central de la Biología:
- según el enunciado de J.Monod (1970):
``La secuencia de amino
ácidos o estructura primaria de la proteína determina de manera unívoca
el plegamiento de la proteína para adoptar su estructura terciaria. Es
decir, entre los miles de configuraciones plegadas en principio
posibles, sólo se realiza una.''
- según su enunciado más general:
``Todas las formas de vida,
desde los virus hasta las plantas y los animales superiores, transmiten
sus caracteres a las siguientes generaciones a través del DNA
(excepcionalmente RNA).'' Es decir, el flujo de información
es en todos los casos: DNA -> mRNA -> Secuencia Aminoacidos ->
Estructura Tridimensional Proteínas. La teoría de los priones
propuesta por Prusiner supone la existencia de dos plegamientos para una
única secuencia de amino ácidos. Además, el replegamiento de la PrP normal
por acción de la PrP patológica, implica un flujo de información de una
proteína a otra a nivel de estructura terciaria.
Actualmente los
priones constituyen las únicas partículas vivas que contradicen el gran
Dogma Central de la Biología.
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