Curso de Microbiología
General
de Enrique Iáñez
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21. RESISTENCIA
BACTERIANA A LOS ANTIBIOTICOS
ÍNDICE
1. INTRODUCCIÓN
2. BASES GENÉTICAS DE LA RESISTENCIA
3. MECANISMOS BIOQUÍMICOS
BARRA DE EXPLORACIÓN: Microbiología General
[ Principal ] [ Arriba ] [ Concepto e historia de la Microbiología ] [ Los microorganismos en el mundo vivo ] [ La célula procariota ] [ Curso de Microbiología General ] [ Biosíntesis y crecimiento de la pared celular ] [ Membrana citoplasmática y transporte de nutrientes ] [ Inclusiones citoplasmáticas ] [ Cuerpos nucleares. El genóforo bacteriano ] [ Expresión genética y exportación de proteínas ] [ Flagelos, fimbrias, prostecas ] [ Endosporas y otras diferenciaciones ] [ Crecimiento y division celular ] [ Crecimiento de poblaciones bacterianas ] [ Metabolismo energético bacteriano ] [ Desinfectantes y antisépticos ] [ Quimioterápicos y antibióticos ] [ Resistencia bacteriana a los antibióticos ] [ Regulación genética en las bacterias ] [ Mutación y supresión en bacterias ] [ Recombinación ] [ Transformación ] [ Transducción ] [ Conjugación bacteriana ] [ BIBLIOGRAFÍA DE MICROBIOLOGÍA GENERAL ]
1. INTRODUCCION
La síntesis de quimioterápicos artificiales y el descubrimiento y mejora de los
antibióticos han supuesto en este siglo una auténtica revolución médica en el
tratamiento de enfermedades infecciosas. Sin embargo, la extrema versatilidad y
adaptabilidad de los microorganismos ha impedido que la victoria humana sobre las
bacterias patógenas haya sido total: muchas bacterias han ido desarrollando en los
últimos decenios mecanismos que las protegen frente a muchos fármacos.
Ya el mismo Paul Ehrlich, al introducir por primera vez la quimioterapia en protozoos,
se dio cuenta (1907) de que algunas cepas desarrollaban resistencia a la droga durante el
curso del tratamiento.
Tras el optimismo inicial que acompañó a los éxitos de la introducción de las
sulfamidas y penicilinas (años 40 y 50), se constató igualmente un fenómeno de
surgimiento de resistencias bacterianas a estas drogas. Si bien la quimioterapia ha
doblegado las grandes epidemias bacterianas del pasado, las enfermedades infecciosas
siguen con nosotros, constituyendo un serio problema.
De hecho, desde la introducción de la antibioterapia en todo el mundo, estamos
realizando un gigantesco "experimento" de intervención genética en los seres
vivos más abundantes del planeta: las bacterias. Estamos "sufriendo" la verdad
de la supervivencia darwiniana de los más aptos, ya que la presión selectiva que
representa la aplicación a gran escala de los quimioterápicos ha permitido la
diseminación de cepas microbianas con mecanismos de resistencia que, en muchas ocasiones
dificultan el adecuado tratamiento clínico.
- Al cabo de 6 años de
introducir la penicilina G, la frecuencia de cepas de Staphylococcus aureus
resistentes en los hospitales ingleses pasó de menos del 10% a un 60%. Actualmente el
valor ronda el 90%.
- Con los nuevos ß-lactámicos
también han empezado a surgir cepas bacterianas resistentes, aunque aún con frecuencia
relativamente baja.
- Actualmente existen problemas
de tratamiento con las enterobacterias, e incluso con el gonococo y el meningococo, que
tradicionalmente habían sido muy sensibles a las penicilinas.
- Recientemente se ha dado la
voz de alarma por la diseminación de cepas de bacilo tuberculoso resistentes a los
quimioterápicos de elección a los que eran sensibles. La capacidad de las bacterias de
desarrollar resistencias constituye una seria amenaza al futuro uso de los antibióticos,
y hace que se tengan que invertir grandes sumas de dinero y esfuerzos de investigación
adicionales para intentar hacer frente al problema. Algunos autores han comparado este
problema con el episodio de Alicia en el País de las Maravillas en el que la Reina
Roja tenía que correr cada vez más deprisa para quedarse en el mismo sitio.
Sin embargo, algunos quimioterápicos de última generación han vuelto a levantar
esperanzas: las fluoroquinolonas (véase epígrafe
del cap. 20) están manteniendo e incluso incrementando su efectividad. Por
otro lado, hay que pensar en un dato de tipo evolutivo: la mayor parte de las especies
bacterianas han sido seleccionadas de modo natural con fenotipos sensibles a
antibióticos; los cambios genéticos mutacionales que las convierten en resistentes puede
que disminuyan su adaptación a otros factores ecológicos, de modo que probablemente la
presión de los antibióticos en realidad conduzca en muchos casos a un equilibrio entre
cepas sensibles y cepas resistentes. De hecho se ha comprobado un descenso en la
frecuencia de cepas resistentes a los antibióticos que se introdujeron hace más tiempo,
lo que quizá indique que para ellos se está alcanzando dicho equilibrio.
Aclaraciones de nomenclatura:
- llamamos cepa insensible
a aquella cuyo fenotipo silvestre le permite "resistir" de modo natural a un
determinado antibiótico. La base de esta insensibilidad suele ser alguna estructura de la
bacteria que actúa como barrera (como por ejemplo, la membrana externa de Gram-negativas,
que dificulta el paso de muchos agentes antibacterianos).
- Llamamos cepa resistente
a una variante surgida por cambios genéticos a partir de un fenotipo silvestre
originalmente sensible.
2. BASES GENÉTICAS DE LA RESISTENCIA
Una de las aplicaciones prácticas más interesantes de los avances realizados en las
últimas décadas en el campo de la Genética Bacteriana ha sido comprender los mecanismos
genético-moleculares de la resistencia a antibióticos, lo que está permitiendo un
"ataque" más racional a este problema clínico. Una cepa bacteriana puede
volverse resistente a un antibiótico por dos tipos principales de mecanismos:
- mutación en un gen cromosómico;
- introducción de un plásmido R de resistencia. Este segundo mecanismo supone el
problema más serio, ya que:
- está muy extendido;
- puede conferir resistencia a varios antibióticos a la vez;
- a diferencia del mecanismo mutacional, no suele suponer una desventaja adaptativa (no
disminuye la tasa de crecimiento de la bacteria ni le hace perder sus propiedades de
virulencia).
2.1. SELECCION DE MUTANTES RESISTENTES
Como veremos en la sección de Genética (cap. 23),
las mutaciones génicas se dice que son espontáneas cuando ocurren sin intervención de
procedimientos mutagénicos experimentales. Las mutaciones bacterianas espontáneas son
aleatorias, y afectan a un gen cualquiera con frecuencias dentro del rango de 10--5
a 10--10 por célula y división.
En los años 50 se observó el siguiente fenómeno: cuando un cultivo bacteriano de una
cepa sensible a un antibiótico se pone en contacto con ese antibiótico, al cabo del
tiempo se comprueba que todo el cultivo consta de bacterias resistentes. ¿Acaso las
bacterias son organismos "lamarckianos" en los que el antibiótico provoca al
cambio de carácter heredable? A través de experimentos que veremos oportunamente (cap. 23) quedó demostrado que lo único que hace el
antibiótico es seleccionar los mutantes resistentes espontáneos que surgen en la
población independientemente de la presencia del agente selectivo.
Esta es precisamente la base genética del surgimiento de ciertas cepas patógenas
resistentes a antibióticos: el fármaco inhibe o mata las bacterias silvestres sensibles,
pero no afecta a los pocos individuos que por mutación espontánea hayan adquirido un
alelo resistente; estos individuos se multiplican, de modo que al final son los más
prevalentes.
El conocimiento de la frecuencia de aparición de mutación a resistencia a un
quimioterápico o antibiótico en una determinada especie bacteriana, así como el sitio
de acción de dicho fármaco, son factores importantes para una aproximación racional a
la quimioterapia.
Así por ejemplo, el bacilo tuberculoso produce frecuentemente lesiones en el pulmón,
donde se concentran enormes cantidades de la bacteria. Aquí, la quimioterapia con un solo
agente no da éxito, ya que aunque ese agente mate a casi todos los individuos de esta
especie bacteriana, no afectará a la pequeña subpoblación que posea el alelo
resistente; estos pocos individuos sobrevivirían a este tratamiento, y recolonizarían el
resto del pulmón, por lo que la infección persistiría. Así pues, en este tipo de casos
hay que tratar con varios quimioterápicos simultáneamente (la probabilidad de
resistencias múltiples basadas en mutaciones espontáneas equivale al producto de las
probabilidades individuales).
En la sección 3 de este capítulo veremos algunos ejemplos concretos de resistencia a
antibióticos debida a mutaciones en genes cromosómicos.
2.2..RESISTENCIA POR INTERCAMBIO GENÉTICO
La principal amenaza al éxito de la quimioterapia está representada por la
transmisión genética de plásmidos de resistencia a antibióticos (plásmidos R).
Veamos un poco de historia: en los años 50, poco después de la introducción de los
primeros antibióticos, se detectó en Japón un espectacular aumento de pacientes de
disentería bacilar resistentes al tratamiento con varios de estos antibióticos. Las
cepas de Shigella dysenteriae aisladas de estos pacientes poseían el fenotipo SuR,
StrR, CmR, TetR. Se comprobó que los genes
correspondientes a esas resistencias formaban parte de un gran plásmido. Los plásmidos
de este tipo se denominan plásmidos R. Pero aún más: los mismos pacientes tenían en
sus intestinos cepas de Escherichia coli (que como sabemos ya, es un simple
comensal que forma parte de nuestra flora endógena) que eran igualmente resistentes a
esos antibióticos. Ello sugería que este tipo de plásmidos se podía transferir de unas
especies a otras. La explicación estribaba en un fenómeno de intercambio dependiente de
contactos célula-célula, llamado conjugación (cap. 27).
En resumidas cuentas, se descubrió que existen plásmidos R capaces de diseminarse por
conjugación no sólo entre células de la misma especie, sino entre especies distintas,
incluyendo bacterias patógenas.
Al poco tiempo comenzaron a aparecer en Occidente cepas patógenas resistentes a uno o
varios antibióticos. Actualmente las cepas con resistencias múltiples codificadas por
plásmidos son muy abundantes en todo el mundo, lo que complica (y a veces desaconseja) la
quimioterapia.
Existen plásmidos R de distintos grupos de incompatibilidad (repasar el epígrafe del capítulo 9). Son
abundantes en Pseudomonas y en Enterobacterias, desde donde pueden ser transferidos
a una amplia gama de bacterias Gram-negativas (plásmidos promiscuos). Daremos detalles de
cómo están organizados y cómo se transmiten por conjugación los plásmidos R en el
capítulo 27.
Aparte de los plásmidos R conjugativos existen otros no conjugativos, que sin embargo
pueden ser transferidos entre distintas bacterias por otros medios:
- los plásmidos no conjugativos
movilizables pueden ser transferidos por otro plásmido conjugativo compatible
residente en la misma célula (repasar el epígrafe
del capítulo 9)
- por transducción
(mediante bacteriófagos: lo veremos en cap. 26);
- por transformación
(ADN desnudo del plásmido puede ser captado por una bacteria sensible receptora; ver cap. 25).
Ventajas adaptativas de los plásmidos R (volveremos sobre esto al final del
cap. 27):
- Los plásmidos R han evolucionado en respuesta a presiones selectivas ambientales
(antibióticos usados por los humanos o inhibidores presentes en los medios naturales de
las bacterias).
- Son capaces de conferir varias resistencias simultáneamente a las bacterias que los
adquieran.
- Tienen capacidad de diseminarse epidémicamente de modo "horizontal" (es
decir, entre células distintas de la misma especie o -en el caso de los promiscuos-
distintas especies).
- Están constituidos por "módulos" móviles (transposones: ver epígrafe del cap. 9), de modo que tienen flexibilidad
para aquirir nuevos módulos a partir de otras especies (lo veremos al final del cap.
27).
- Economía: cuando no existe presión selectiva, pueden perderse de la mayor parte de las
bacterias de una determinada población (curación espontánea), pero su modo de
transmisión "epidémica" los capacita para diseminarse rápidamente a la
mayoría de la población cuando la ocasión lo requiere (cuando vuelve la presión
selectiva).
- No tienen apenas efectos negativos sobre los demás caracteres de la bacteria
(incluyendo, en las patógenas, su poder virulento).
- Muchos de ellos responden a mayores concentraciones del antibiótico aumentando su
número de copias (amplificación del número de copias en los plásmidos de control
relajado: repasar (repasar el epígrafe del
capítulo 9).
Otro ejemplo de esta facultad de diseminación y evolución lo tenemos en que desde que
los hospitales hacen uso frecuente de detergentes catiónicos como desinfectantes
, ha crecido la proporción de cepas de Staphylococcus
resistentes a dichos agentes.
Como se puede comprender, el estudio epidemiológico de los plásmidos R reviste
actualmente un gran interés de cara a la salud pública. Este tipo de estudios recurre
principalmente a dos tipos de enfoques:
- por detección de grupos de
incompatibilidad (algo complejo);
- or análisis de restricción y
comparación de mapas físicos (más fácil y rápido).
3..MECANISMOS BIOQUIMICOS IMPLICADOS EN LA RESISTENCIA A
ANTIBIOTICOS
Los principales mecanismos se pueden agrupar de la siguiente manera:
- Disminución de la permeabilidad hacia el antibiótico.
- Inactivación enzimática del antibiótico
- Modificación química de la diana sobre la que actúa el antibiótico
- Síntesis de una enzima resistente.
3.1.. DISMINUCION DE LA PERMEABILIDAD CELULAR HACIA EL ANTIBIOTICO
Modificación de una barrera preexistente
Como ya sabemos, la membrana externa de Gram-negativas supone una barrera natural que
hace que muchas bacterias de este grupo sean insensibles a varios antibióticos (p.
ej., la vancomicina y la bacitracina no pueden atravesar las porinas).
No todas las bacterias Gram-negativas son igualmente impermeables a los mismos
antibióticos:
- Entre las menos impermeables
están Haemophilus y Neisseria, que dejan pasar a numerosos ß-lactámicos.
- Las Enterobacterias suelen ser
intermedias.
- Las bacterias del gén. Pseudomonas
son insensibles a la mayoría de antibióticos ß-lactámicos, porque no pueden pasar a
través de la membrana externa. Se han aislado mutantes que se han vuelto resistentes a
los ß-lactámicos de última generación: el cambio ha afectado a una determinada porina
que ahora no deja pasar a estos nuevos antibióticos.
En otros casos, la resistencia se debe a alteraciones en la cápsula: algunos
neumococos resistentes a estreptomicina y eritromicina dependen de este tipo de mecanismo.
Mecanismo de extrusión activa del antibiótico
El ejemplo más típico estriba en la resistencia a las tetraciclinas desarrollada por
muchas bacterias. Como sabemos, el efecto inhibidor de las tetraciclinas depende de la
acumulación activa de este tipo de antibióticos por parte de las bacterias. Pues bien,
ciertos plásmidos R poseen transposones (como el Tn10 o el Tn1721) que
codifican un sistema para "bombear" tetraciclina desde el interior bacteriano
hacia el exterior, en contra del gradiente de concentración.
Igualmente se conocen resistencias a sulfamidas dependientes de un mecanismo
específico de impermeabilidad.
Alteración del mecanismo de transporte del antibiótico
Cuando el antibiótico accede al interior bacteriano por algún mecanismo de transporte
específico, una mutación que afecte a dicho sistema de transporte supondrá una mayor
resistencia al antibiótico. Por ejemplo, en E. coli la cicloserina entra
aprovechando el sistema de transporte de la valina o la glicocola. Determinados mutantes
incapaces de transportar estos aminoácidos son resistentes a la cicloserina.
3.2..INACTIVACION ENZIMATICA DEL ANTIBIOTICO
Este tipo de mecanismo depende en muchos casos de plásmidos R. Los ejemplos típicos
son las resistencias a ß-lactámicos, la resistencia al cloranfenicol y las resistencias
a aminoglucósidos.
Resistencia a ß-lactámicos por acción de ß-lactamasas
Como ya sabemos, ciertas bacterias producen penicilinasa (ß-lactamasa), capaz
de abrir el anillo ß-lactámico de la penicilina para dar ácido peniciloico, que carece
de actividad antibacteriana. Lo mismo ocurre con las cefalosporinas, donde la ß-lactamasa
(cefalosporinasa) genera un producto inestable inactivo que se descompone
rápidamente. Sin embargo, la naturaleza de la cadena lateral (grupo acilo, R) influye
notablemente en la susceptibilidad de rotura del anillo ß-lactámico por las lactamasas.
ß-lactamasas codificadas por cromosoma y de bajo nivel (ß-lactamasas de tipo TEM).
Están muy distribuidas entre bacterias Gram-negativas, y confieren resistencia a
cefalosporinas y penicilinas. La base de la resistencia en muchos casos es la siguiente:
cuando se expone la bacteria al ß-lactámico durante mucho tiempo, pueden seleccionarse
determinadas mutaciones en genes cromosómicos que codifican proteínas parecidas de tipo
PBP, de modo que adquieren un fuerte promotor que permite su expresión a alto nivel. Este
tipo de ß-lactamasa es excretada al medio, donde inactiva al antibiótico.
ß-lactamasas de origen plasmídico.
En la Gram-positiva Staphylococcus aureus existen cuatro variantes, responsables
del espectacular aumento de cepas resistentes de esta especie surgidas en los años 50. Se
trata de enzimas inducibles: el gen que codifica la ß-lactamasa se induce por
pequeñas cantidades de penicilina o cefalosporina, y se producen enormes cantidades del
antibiótico, que se excreta, de modo que inactiva al ß-lactámico en el entorno
de la bacteria. El gen responsable es portado por plásmidos de tipo R (que llevan genes
de resistencia para otros antibióticos).
En las Gram-negativas se han descubierto unos 20 tipos de ß-lactamasas de
codificación plasmídica. Suelen ser enzimas de síntesis constitutiva que se
expresan a bajos niveles, y cuya localización es periplásmica; esta localización
permite que el antibiótico sea inactivado antes de que llegue a la membrana
citoplásmica, donde se localizan las proteínas diana de los ß-lactámicos. Algunas de
ellas vienen codificadas por genes plasmídicos que forman parte de transposones (p. ej.,
el Tn1 o el Tn4).
¿Cuál es el origen de las ß-lactamasas?
Aunque la prevalencia de cepas (sobre todo patógenas) resistentes a ß-lactámicos es
un fenómeno que se "disparó" desde los años 50 con el uso masivo de estos
antibióticos, está claro que la resistencia debía de existir previamente al uso humano
de los antibióticos. La aplicación clínica a gran escala (incluyendo el abuso) de las
penicilinas y cefalosporinas sólo ha permitido que veamos en acción un caso
"acelarado" de evolución bacteriana, donde las cepas más aptas han sobrevivido
y se han multiplicado, y en el que, merced a los procesos de intercambio genético y a la
construcción "modular" (transposones) de muchos plásmidos R, las entidadess
genéticas responsbles se han diseminado de unas especies bacterianas a otras. Se supone
que en la Naturaleza (p. ej., en los suelos), ciertas cepas bacterianas, antes de la
aparición de la Quimioterapia, poseían ya mecanismos para destruir los ß-lactámicos
segregados por hongos con los que coexistían.
Profundizando más en el tema, parece que las propias ß-lactamasas proceden
evolutivamente (por mutaciones sucesivas) de alguno de los genes que originalmente
codificaban algunas de las "autolisinas" (PBPs) que intervienen en la
maduración del peptidoglucano. Es decir, las ß-lactamasas serían formas modificadas de
las mismas dianas (p. ej., las transpeptidasas) sobre las que actúan los ß-lactámicos.
Como sabemos, los ß-lactámicos forman complejos covalentes estables con algunas de
las PBPs (peniciloil-PBPs), que hacen que estas autolisinas se inactiven. Pues bien,
existen indicios de que las ß-lactamasas serían unas "autolisinas"
evolucionadas que en vez de formar complejos estables con los ß-lactámicos, se habrían
especializado en cortar el anillo lactámico (dando peniciloico) a expensas de su
actividad transpeptidasa original.
Resistencia al cloranfenicol
La resistencia al cloranfenicol suele deberse a una enzima inactivante de dicho
antibiótico, denominada cloranfenicol-acetiltransferasa (CAT), que normalmente
está codificada por genes plasmídicos. Uno de los genes de CAT de Gram-negativas más
estudiados forma parte del transposón Tn9.
La CAT convierte el cloranfenicol en su derivado 3-acetoxi, usando el acetil-CoA; a
continuación una reacción química (no catalizada por enzima) hace que el grupo acetoxi
pase a la posición 1; finalmente ocurre una segunda acetilación catalizada
enzimáticamente, que genera el producto final, 1,3-diacetoxi-cloranfenicol. Los derivados
mono o diacetilados del cloranfenicol son inactivos como antibióticos.
Resistencia a ciertos aminoglucósidos
Como ya vimos en el capítulo anterior, los aminoglucósidos
son un grupo amplio y abundante de antibióticos, por lo que no es sorprendente que las
bacterias hayan evolucionado distintos mecanismos para inactivarlos; se pueden agrupar en
tres tipos:
- Fosforilación
- Adenilación
- Acetilación
Las fosforilaciones y adenilaciones se dan sobre grupos -OH susceptibles, mientras que
las acetilaciones recaen sobre determinados grupos -NH2.
La modificación enzimática de los aminoglucósidos ocurre en el espacio periplásmico
o en la membrana citoplásmica, y produce un doble efecto:
- el antibiótico modificado
covalentemente ya no puede usar el mecanismo de transporte facilitado a través de la
membrana; por lo tanto, accede en menor cantidad al citoplasma;
- el compuesto modificado ya no
puede afectar al ribosoma, por lo que no ejecuta acción inhibitoria sobre el crecimiento
de la bacteria.
3.3. MODIFICACION QUIMICA DE LA DIANA DEL ANTIBIOTICO
Resistencia a la estreptomicina
Este mecanismo ya fue comentado en el capítulo
anterior: la mutación cromosómica strA produce una proteína ribosómica S12
alterada que impide la unión de la estreptomicina.
Resistencia a la eritromicina
Ciertos plásmidos de cepas de Staphylococcus aureus y de Streptococcus
codifican una metilasa de ARN inducida por la presencia de eritromicina: esta
enzima modifica por metilación un determinado nucleótido del ARNr 23S de la subunidad
grande del ribosoma. Concretamente introduce dos metilos en el N de una determinada
adenina, usando S-adenosilmetionina (SAM) como donador. Esto produce un cambio
conformacional en el ribosoma que disminuye su afinidad hacia la eritromicina y hacia la
lincomicina (resistencia cruzada a los dos antibióticos).
El mecanismo genético subyacente al carácter inducible de la metilasa es muy
interesante; en lugar de un mecanismo a nivel transcripcional, como es habitual en las
bacterias (véase capítulo 22), se trata de un
mecanismo de regulación traduccional: en las bacterias en ausencia de eritromicina el
ARNm de la enzima posee una estructura secundaria que evita su traducción por los
ribosomas, pero en presencia de eritromicina este ARNm cambia de conformación y puede ser
leído, produciéndose la metilasa que inactivará la diana del antibiótico.
Resistencia a las rifamicinas
Como ya sabemos por el cap. 20, las rifamicinas actúan uniéndose a la subunidad ß de
la ARN polimerasa eubacteriana. La resistencia a estos antibióticos depende de una
mutación cromosómica que altera dicha subunidad, haciéndola insensible a estos
inhibidores.
Resistencia a las quinolonas, novobiocina y coumermicina
Las mutaciones cromosómicas que interesan a la subunidad A de la ADN-girasa bacteriana
producen resistencia al ácido nalidíxico. Sin embargo, las quinolonas de última
generación (fluoroquinolonas como el ciprofloxacino) no se ven afectadas, quizá debido a
la enorme potencia de estos quimioterápicos.
Las mutaciones cromosómicas que afectan a la subunidad B de la girasa rinden
resistencia a la novobiocina y a la coumermicina
3.4. SINTESIS DE UNA NUEVA ENZIMA RESISTENTE
Resistencia a sulfamidas
Determinados plásmidos R portan genes de resistencia a sulfamidas (SuR),
que codifican una dihidropteroico sintetasa muy resistente a la acción de estos
quimioterápicos, debido a que tienen una afinidad 10 000 veces menor que la enzima normal
codificada por el cromosoma.
Resistencia a trimetoprim
Muchos plásmidos R llevan un gen que codifica una dihidrofolatorreductasa (DHFR) muy
resistente al trimetoprim.
Resistencia a meticilina
En muchos hospitales medran cepas muy peligrosas de Staphylococcus aureus
resistentes al ß-lactámico meticilina. Estas cepas producen una forma especial de
proteína PBP2 (la llamada PBP2a) que posee una baja afinidad por los ß-lactámicos,
incluyendo la meticilina. Parece que el gen codificador correspondiente reside en un
transposón.
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BIBLIOGRAFIA
LIBROS
FRANKLIN, T.J., G.A. SNOW (1989): Biochemistry of antimicrobial action (4th edition).
Chapman and Hall, Londres. Se recomienda leer el capítulo 8.
ARTICULOS DE DIVULGACION
GARCIA LOBO, J.M., F. DE LA CRUZ (1990): Mecanismos de formación de transposones
bacterianos con resistencia a múltiples antibióticos. En: "Microbiología
1990" (coordinado por J. Casadesús y F. Ruiz-Berraquero). pp. 45-51.
Secretariado de Publicaciones de la Universidad de Sevilla.
ARTICULOS DE REVISION
CUNDLIFFE, E. (1989): How antibiotic-producing organisms avoid suicide. Ann. Rev.
Microbiol. 43: 207-233.
SALYERS, A.A., B.S. SPEER, N.B. SHOEMAKER (1990): New perspectives in tetracycline
resistance. Molec. Microbiol. 4: 151-156.
SANDERS, C.C. (1987): Chromosomal cephalosporinases responsible for multiple resistance
to newer beta-lactam antibiotics. Ann. Rev. Microbiol. 41: 573-593.
TRIEU-CUOT, P., M. ARTHUR, P. COURVALIN (1987): Origin, evolution and dissemination of
antibiotic resistance genes. Microbiol. Sci. 4: 263-266.
WOMBLE, D.D., R.H. ROWND (1988): Genetic and physical map of plasmid NR1: comparison
with other IncFII antibiotic resistance plasmids. Microbiol. Rev. 52: 433-451.
Actualizado el 17 de agosto de 1998
Ó
1998 ENRIQUE IAÑEZ PAREJA. Prohibida su reproducción, salvo con fines
educativos.
Se agradecen los comentarios y sugerencias. Escríbame a eianez@goliat.ugr.es